UN MUNDO SIN UTOPÍA
Fuente Directa: PIZARRÓN
Centenario de Arturo Uslar Pietri
Universidad Metropolitana 2006
Muchas son las cosas que han cambiado en el mundo en este fin de siglo y muchas mas las que habrán de cambiar. Si algo es evidente es que los hombres de este tiempo vivimos en una de las mas grandes épocas de crisis intelectual y de transformación ideológica. Por los menos desde el siglo XVIII, en una buena parte desde que Tomas Moro escribió la Utopía, el pensamiento occidental concebía el poderoso mito de que era posible una sociedad enteramente justa y libre.
Centenario de Arturo Uslar Pietri
Universidad Metropolitana 2006
Muchas son las cosas que han cambiado en el mundo en este fin de siglo y muchas mas las que habrán de cambiar. Si algo es evidente es que los hombres de este tiempo vivimos en una de las mas grandes épocas de crisis intelectual y de transformación ideológica. Por los menos desde el siglo XVIII, en una buena parte desde que Tomas Moro escribió la Utopía, el pensamiento occidental concebía el poderoso mito de que era posible una sociedad enteramente justa y libre.
Fue una idea mal definida pero de infinito poder atractivo, que ocasionó grandes guerras y revoluciones.
Desde Tomas Moro hasta Robespierre, y hasta Lenin, la historia universal estuvo dominada por el gran mito de la promesa revolucionaria, que llego en su momento mas extremo a dividir el planeta en dos campos hostiles: el que representaron los Estados Unidos y sus aliados y el que represento la Unión Soviética con la promesa de un cambio radial de la sociedad y el hombre.
Ese conflicto fundamental parecía conducir, inevitablemente, hacia una tercera y definitiva guerra mundial, de la cual difícilmente hubiera podido sobrevivir la civilización tal como la entendemos. Sin embargo, ese terrible enfrentamiento se deshizo pacíficamente con el colapso de la Unión Soviética y el mundo entró, sin darse mucha cuenta, en una nueva situación global que muy pocos pudieron prever.
Desde el siglo XVI, con la imaginación utópica de Tomas Moro, hasta 1917, cuando Lenin toma el poder en Rusia, se desata una revolución que parecía conducir irremediablemente a la confrontación final. Sin embargo, la Tercera Guerra Mundial no ocurrió y el enfrentamiento del Este y el Oeste, que parecía destinado a desembocar en una gran tragedia mundial, se disolvió inesperadamente.
El colapso de la Unión Soviética es uno de los acontecimientos más extraordinarios de la historia contemporánea. Casi nadie lo llegó a prever y todos los seres humanos vivieron durante medio siglo bajo el frágil equilibrio del terror nuclear. Súbitamente, de una situación de víspera prolongada, de una hecatombe mundial se paso a un mundo enteramente diferente, que todavía no conocemos bien, ni apreciamos en todas sus características.
Ha surgido un mundo con una sola superpotencia, que son los Estados Unidos de América, agitado y dividido por numerosos conflictos internos, pero sin amenaza de guerra mundial.
El enfrentamiento del Este y el Oeste era fundamentalmente ideológico. Eran dos concepciones opuestas de la sociedad y el hombre que se enfrentaban y amenazaban en todas las formas imaginables. Con todos sus riesgos, esta situación estableció de hecho una división del mundo clara y evidente, caracterizada por el creciente poderío y la amenaza a la paz de los países del bloque soviético. Esta situación cambio súbitamente. La Unión Soviética desapareció como gran potencia que aspiraba al domino mundial y surgió un mundo distinto, para cuyas previsiones no contamos con antecedentes.
Posiblemente, el rasgo más importante de este cambio es la desaparición del enfrentamiento ideológico. Lo que ha llegado a predominar en el mundo entero es un abandono de las ideologías militares.
Es muy significativo que en este momento de la historia, en que existen focos de guerra en más de cincuenta países, no haya ningún enfrentamiento internacional. Este es u hecho de inmensa significación.
Lo que hay en toda la redondez de la tierra son enfrentamientos internos y locales que tienen un carácter completamente diferente al panorama que ofrecía el mundo durante la Guerra Fría.
Ciertamente, la presencia de la esperanza utópica fue uno de los grandes agentes de la historia del mundo, por lo menos desde el siglo XVIII. Este hecho constituye, ciertamente, un inmenso cambio en la situación del mundo y en las perspectivas del futuro inmediato.
Después de vivir bajo el imperio de la Utopía durante varios siglos, el mundo se ha quedado sin ella, lo cual, sin duda, lo hace mas difícil de entender, aunque al mismo tiempo lo haya hecho mas pragmático y pacífico. Acaso lo mas importante del siglo XX, tan abundante en guerras y cataclismos sociales, haya de consistir en el simple y enorme hecho de la desaparición de la utopía.
Desde Tomas Moro hasta Robespierre, y hasta Lenin, la historia universal estuvo dominada por el gran mito de la promesa revolucionaria, que llego en su momento mas extremo a dividir el planeta en dos campos hostiles: el que representaron los Estados Unidos y sus aliados y el que represento la Unión Soviética con la promesa de un cambio radial de la sociedad y el hombre.
Ese conflicto fundamental parecía conducir, inevitablemente, hacia una tercera y definitiva guerra mundial, de la cual difícilmente hubiera podido sobrevivir la civilización tal como la entendemos. Sin embargo, ese terrible enfrentamiento se deshizo pacíficamente con el colapso de la Unión Soviética y el mundo entró, sin darse mucha cuenta, en una nueva situación global que muy pocos pudieron prever.
Desde el siglo XVI, con la imaginación utópica de Tomas Moro, hasta 1917, cuando Lenin toma el poder en Rusia, se desata una revolución que parecía conducir irremediablemente a la confrontación final. Sin embargo, la Tercera Guerra Mundial no ocurrió y el enfrentamiento del Este y el Oeste, que parecía destinado a desembocar en una gran tragedia mundial, se disolvió inesperadamente.
El colapso de la Unión Soviética es uno de los acontecimientos más extraordinarios de la historia contemporánea. Casi nadie lo llegó a prever y todos los seres humanos vivieron durante medio siglo bajo el frágil equilibrio del terror nuclear. Súbitamente, de una situación de víspera prolongada, de una hecatombe mundial se paso a un mundo enteramente diferente, que todavía no conocemos bien, ni apreciamos en todas sus características.
Ha surgido un mundo con una sola superpotencia, que son los Estados Unidos de América, agitado y dividido por numerosos conflictos internos, pero sin amenaza de guerra mundial.
El enfrentamiento del Este y el Oeste era fundamentalmente ideológico. Eran dos concepciones opuestas de la sociedad y el hombre que se enfrentaban y amenazaban en todas las formas imaginables. Con todos sus riesgos, esta situación estableció de hecho una división del mundo clara y evidente, caracterizada por el creciente poderío y la amenaza a la paz de los países del bloque soviético. Esta situación cambio súbitamente. La Unión Soviética desapareció como gran potencia que aspiraba al domino mundial y surgió un mundo distinto, para cuyas previsiones no contamos con antecedentes.
Posiblemente, el rasgo más importante de este cambio es la desaparición del enfrentamiento ideológico. Lo que ha llegado a predominar en el mundo entero es un abandono de las ideologías militares.
Es muy significativo que en este momento de la historia, en que existen focos de guerra en más de cincuenta países, no haya ningún enfrentamiento internacional. Este es u hecho de inmensa significación.
Lo que hay en toda la redondez de la tierra son enfrentamientos internos y locales que tienen un carácter completamente diferente al panorama que ofrecía el mundo durante la Guerra Fría.
Ciertamente, la presencia de la esperanza utópica fue uno de los grandes agentes de la historia del mundo, por lo menos desde el siglo XVIII. Este hecho constituye, ciertamente, un inmenso cambio en la situación del mundo y en las perspectivas del futuro inmediato.
Después de vivir bajo el imperio de la Utopía durante varios siglos, el mundo se ha quedado sin ella, lo cual, sin duda, lo hace mas difícil de entender, aunque al mismo tiempo lo haya hecho mas pragmático y pacífico. Acaso lo mas importante del siglo XX, tan abundante en guerras y cataclismos sociales, haya de consistir en el simple y enorme hecho de la desaparición de la utopía.
19 de octubre de 1997
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