Rafael Antonio Lunar Leandro
Universidad de Oriente
La Concepción Historiográfica de Tulio Febres Cordero.
Ahondando en la obra de Tulio Febres Cordero, se aprecian referencias a lo que el acontecer historiográfico se refiere, tanto a la forma de escribir la historia, a la importancia de su estudio, al historiador, apreciaciones sobre la historiografía venezolana y las fuentes empleadas por el autor.
A.-Cómo se Escribe la Historia.
Para Febres Cordero la labor del historiador está circunscrita a exponer de manera objetiva, sin dogmatismo los hechos por él investigador a la vez que debe prescindir de “.esas galas con que los buenos ingenios saben hermosearla.”43. En oposición a ello el autor optó en su producción escrita un estilo tendiente “.a expresar las ideas con lacónica sencillez, sin divagaciones ni encumbramientos fantásticos sobre todo en. . . trabajos históricos. 44.
B.- La Importancia del Estudio de la Historia para Tulio Febres Cordero.
Puede afirmarse que en toda la obra de Tulio Febres Cordero referente al tema histórico existe una exaltación al estudio y la enseñanza de la historia pues “. la instrucción logra cultivar buenos frutos en predio de la psicología popular”45 expresando en esta referencia a la instrucción el amplio valor que ella posee, para el logro de formar esas conciencia colectiva, y de esta forma a la vez se aprecia el lugar que esta ocupa en la historia, ya que es “ muy importante. nutrir la mente del niño de conocimientos que lo instruyan y den lustre a su espíritu. 46 y así de esta forma “.enseñarle la historia”47.
De allí que debe tomar de esta según Febres Cordero lo que sea necesario y útil, y no tomar lo que “. Tiene de cuento, o nociones puramente elementales”48 Mas adelante expresa el autor, que siendo ya jóvenes estén”. Conscientes y puedan comprender y meditar lo que estudian. . .”49 para que así puedan formarse“ideas del progreso de la humanidad a través de los siglos, del espíritu que ha dominado en cada época y de los caracteres peculiares cada raza en orden a instituciones sociales y adelantamientos en artes y ciencias”.50, dejando así expresado su pensamiento con respecto al estudio de la historia, pues ella es “pregonera de la verdad”.
C.- El Historiador.
a) El quehacer historiográfico.
Para Tulio Febres Cordero la formación del historiador comienza desde temprano, con el desarrollo intelectual del individuo; ejemplo de ello es su propia formación e interés por la historia, descrito por él de la siguiente manera:
Flores, ensueños y esperanzas esas es la juventud. Así también fue la mía, pero con una rara y genial añadidura: tanto me deleitaba el perfume de las flores, como el olor de las cosas rancias. A los veinte años en pleno hervor de las bellas ilusiones, apartaba muchas veces, los ojos de las cosas más placidas y hermosas, para fijarlos en un sillón viejo, como en un cacharro indígena o en algún pergamino apolillado y polvoriento; y antes que aprender el galante idioma de Víctor Hugo, me aplicaba con todo empeño en recoger la lengua de los aborígenes, deseoso de conocer su fonética y penetrar en su especial estructura (p.51).
Esa inquietud la convirtió en un oficio que él consideraba de aficionado, pero, su interés e inclinación natural, contribuyó a darle valor a nuestra historia – particularmente la del occidente del país- aportando desde su perspectiva, con una producción histórica para la nación. Esa inclinación a todo lo que fuera “prenda” del pasado, esta búsqueda de huellas es lo que más adelante formará su incesante preocupación por el quehacer histórico.
Apreciando Febres Cordero de esta manera el valor que poseían esas joyas de ese pasado, su interés por que se continuara su obra queda expresada en este párrafo cuando señala: “aun hay ignoradas cuantiosas riquezas en el arca insondable de la antigüedad”. 52 y la tarea que debe cumplir el historiador, cuyo trabajo apreciaba, implicaba“, idas y venidas, buscas y rebuscas que a veces exige el trabajo de disipar sombras en torno a un punto histórico” 53.
b) La labor del historiador.
Tulio Febres Cordero siempre tuvo presente la importancia de la historia para todos los pueblos, y, por lo tanto, la del individuo que la estudia. Para comprender la importancia que para el autor tenía esta labor, citemos nuevamente una de sus ideas más acordes al respecto“servir a la historia de un país, es servir a sus intereses más sagrados por que en la historia esta la principal riqueza de las naciones” 54. De allí que la contribución del historiador a lo largo de su labor es la de trazar esos cuadros que conforman la historia, y es por medio de su labor que se va a lograr”. Trazar esos cuadros por escrito, hay que describirlos en el conjunto y los detalles para formarse una idea de la vida y costumbres de un lugar en determinado tiempo. 55 pues solo existe. Una historia íntima, real y verdadera. 56.
c) La objetividad del historiador.
La objetividad es algo que debe estar presente en toda obra seria, y el historiador por lo tanto tiene que practicarla, y para Tulio Febres Cordero es deber de quién se dedique a la historia, despojarse de todo apasionamiento que nuble su sentido común, pues, ésta, según él, es una labor dispuesta a transmitirnos de manera fiel el hecho histórico tal como sucedió, debe ser. “Ajena a entusiasmos y momentáneas conveniencias”. 57.
Señalando igualmente que “los trabajos de historia no exigen vuelo fantástico ni feliz inventiva sino serena y minuciosa investigación sobre los hechos y sus causas”. 58. El interés que mueve al historiador es exponer lo Verdadero fundándose en las fuentes, pues, como el autor dice, no es hacer “gloriosas efemérides.59 sino de apuntar todo “de manera fidedigna” 60.
Su preocupación es la verdad, y es lo que confiere el valor a toda investigación histórica “ya que por el camino de la historia hay que ir siempre con la antorcha de la verdad en la mano”, 61 entendiéndose en esto la responsabilidad del historiador en su forma de ser, ente objetivo para con la historia.
D.- Apreciaciones Sobre la Historiografía Venezolana.
A medida que fuimos consultando la obra historiográfica de Tulio Febres Cordero, se pudo apreciar que una de sus mayores inquietudes era hacer resaltar la historia del occidente del país, con el propósito de hacer incorporar la misma en el contexto general de la historia de Venezuela. También quedó de manifiesto la crítica de cómo se había escrito esa, pues en ella siempre dominaba lo político y lo militar, dejándose de lado otros aspectos importantísimos y sin considerar el acontecer regional y local.
En relación a la temática llegó a señalar que “el vivo interés que despiertan los sucesos políticos y militares, hace que muchos historiadores, por referirse a ellos, de preferencia dejen en el tintero lo que atañe a las costumbres, tradiciones, artes, industrias y medios de vida de cada lugar, cosas que son de tanta importancia para fijar la fisonomía histórica de un pueblo como el relato de los movimientos políticos y acciones de guerra” 62.
En su inquietud por impulsar una nueva forma de escribir la historia y con su idea de que la historia del Occidente fuese reescrita para el resto del país, se dedicó a recolectar documentos, tradiciones orales, objetos indígenas, y toda clase de libros. Ello porque consideraba que hasta ese momento en la historia patria no figuraba mucho sobre el Occidente. Así, apreciaba que “en las historias de Venezuela, hasta el presente publicadas, sin exceptuar la de Baralt, casi no figuran en la parte antigua los pueblos que formaron el Gobierno y Capitanía General de Mérida y el Espíritu Santo de la Grita” 63. Agregando que estos estados “como no tuvieron cronista o historiador propio que diese a conocer sus orígenes, muy pocas son las noticias que sobre ellos se conocen” 64; como también en virtud del hecho de “que por no haber formado parte de la Gobernación de Venezuela estos estados allí reside la razón en que no figuren en la Historia de Oviedo y Baños, la cual se refiere a la Gobernación de Venezuela” 65.
Esto le impulsó a investigar y acopiar gran cantidad de noticias acerca de la ciudad de Mérida, de la región andina y zonas aledañas cuya máxima expresión, quedó plasmada en sus obras, Clave Histórica de Mérida y Décadas de la Historia de Mérida y en múltiples artículos en los que resaltaba una diversidad de aspectos de aquellos espacios históricos. Su obra Décadas de la Historia de Mérida, en la que intentó resaltar la historia emeritense y sus relaciones con el resto del Occidente del país, como igualmente con respecto a los indígenas de los Andes Venezolanos observaba que los estudios sobre ellos no estaban bien desarrollados, tanto en lo concerniente a la forma de vida, como a la de su lengua, al señalar que siendo “pueblos de relativa cultura, en paralelo con los otros de Venezuela para el tiempo de la conquista, muy tarde vinieron a ser objeto de estudios especiales” 66 y lamentando, a la vez, “ver como ha desaparecido casi del todo un idioma que pudo haberse conocido en beneficio de la lingüística e historia precolombina de Venezuela” 67.
En relación a la época colonial, aporta Tulio Febres Cordero gran cantidad de documentos, como también comentarios referentes a los hechos narrados por los cronistas que utiliza como fuente. En lo que se refiere a la forma en que estos emprendieron el estudio de nuestra historia, Febres Cordero señala que se nota una constante “en la opinión de los primeros cronistas de América a este respecto cierta preponderancia al criterio religioso sobre el científico, a que no podían sustraerse ni los ingenios superiores, puesto que era el espíritu del tiempo; y por ello no es extraño ni mucho menos censurable que se pretendiese dilucidar entonces .aquello que ha menester además un paciente y minucioso trabajo en el campo de los hechos” 68. Por ejemplo, cita a Fray Pedro Simón cuando éste, parafraseaba el texto “de aquella profecía del patriarca Jacob sobre la tribu de Isacar de donde toma pié este historiador para presentar a los indios de América como descendientes de tal tribu israelita” 69. Al igual expresa Tulio Febres Cordero a los primeros cronistas españoles en la forma en que se referían a los indios, a excepción del padre Las Casas, en donde “el pobre indio sale siempre mal parado en los relatos” 70.
De la guerra de independencia hace un claro bosquejo donde explica la forma como se había escrito su historia refiriendo los intereses que privaban en cada uno de los bandos para justificar la contienda: “el arrojo y denuedo en el combate era heroísmo en el Republicano y ferocidad en el Realista. El fusilamiento de los prisioneros se consideraba en el patriota como el cumplimiento del tremendo deber en vista del Decreto de Guerra a Muerte, mientras que en el realista se calificaba siempre como un acto de injustificable barbarie estábamos de quién a quién. El mismísimo sistema empleaban los primeros escritores y cronistas realistas en cada patriota veían un maldito, un salteador de caminos” 71 y al respecto añade “por gran dicha los tiempos ya son otros. La exaltación natural de los ánimos del pasado, ya puede el crítico, el biógrafo o escritor señalar lunares que deslucen la faz radiante de nuestros héroes, con la misma pluma con que ensalzaban sus preclaras virtudes” 72. De allí que expresaba su anhelo por que definitivamente se revisara la guerra de independencia lejos de todo apasionamiento y con una percepción “ajena de entusiasmos y momentáneas conveniencias” 73.
En lo que respecta a la época republicana, cuyos primeros historiadores escribieron su historia haciendo resaltar lo “militar”, hace mención de los estudios que hasta ese momento se venían realizando, considerando que “es ahora ciertamente cuando empieza la obra verdadera critica histórica sobre los sucesos de la independencia y la primera época de la nacionalidad venezolana” 74.
Y sobre la revisión de esa historia que hacen los nuevos historiadores dice “de aquí esa afición noble que se observa hoy en mucha parte de la juventud seria y literaria del país a penetrar en los arcanos del pasado, desde los tiempos precolombinos hasta las épocas más recientes” 75.
Entre esos historiadores contemporáneos Tulio Febres Cordero cita a Arístides Rojas, considerado por él como “sabio historiógrafo” 76, igualmente emite juicio sobre Gil Fortoul al reconocer que “ha venido figurando a la cabeza de esta activa falange de investigador” 77. En relación a Eloy G. González, señala que realizaba trabajos sobre los tiempos de la Independencia y la Gran Colombia”.con brillante peregrinación crítica” 78. También señala a Tavera Acosta nombrándole el “copioso e inteligente historiador”.
Podemos decir por tanto que Tulio Febres Cordero, con cierta agudeza y visión analizó la historiografía Venezolana que le antecedió y de su época, haciendo observaciones, rectificando errores y sugiriendo cambios, pues como él apreciaba. “la historia debe ser la mensajera de la verdad, y nadie que sea poseedor de estos datos concernientes a los sucesos pasados, esté eximido del deber de contribuir a depurarla de errores que, ora por pasiones de partidos, ora por que se dé fé a tradiciones equivocadas, se cometen con frecuencia en la narración de los hechos” 79.
E.- Fuentes Empleadas o Citadas por Tulio Febres Cordero.
Como el mismo autor manifiesta, desde su más temprana adolescencia sintió el deseo de investigar cosas pasadas, no con el afán de coleccionar y acumular objetos, sino por transmitirlos, para que a su vez fuesen de utilidad para las futuras generaciones. Su pasión por los archivos, los periódicos viejos, los “cacharros” precolombinos, los relatos orales, y todo cuanto fuera testimonio del pasado, constituyen las fuentes para formar su obra histórica. Pero también supo aprovechar el trabajo historiográfico de cronistas y otros historiadores.
Febres Cordero confirió gran relevancia a los relatos suministrados por los cronistas de Indias “ora ensanchado el relato de estos, ora ratificándolos en vista de documentos que no tuvieron razón para conocer, por hacer dormido sueño de centurias en los archivos” 80; siendo los cronistas de mayor cita: Oviedo y Baños, Fray Pedro Simón, José Gumilla y Fray Pedro de Aguado.
Entre los historiadores contemporáneos de su consulta cita a: Rafael María Baralt, Felipe Larrazábal, en materia de geografía cita a Agustín Codazzi, también nombra a Manuel Landaeta Rosales, Arístides Rojas, Lisandro Alvarado, Luis Alberto Sucre, Laureano Vallenilla Lanz, Telasco Mc. Pherson y José Gil Fortoul, haciendo mención igualmente de los trabajos de José Ignacio Láres. De los historiadores extranjeros refiere a Luis Moreri, Alejandro de Humboldt y Ernesto Restrepo.
F.- Criterios que Orientan su Labor Historiográfica.
Uno de los aspectos que nos llama la atención en la historiografía de Tulio Febres Cordero es su preocupación por el rescate de las cosas que nos son propias. Este criollismo, como el mismo lo define, es parte fundamental de su conciencia histórico cultural, al considerarlo como “orientación permanente, por ser esto lo más ventajoso y lo más conforme con la razón y el patriotismo” 81. De allí que este criterio guió su producción escrita, y ello en razón de considerar que nuestra cultura era el resultado de costumbres “modalidades consagradas por el tiempo, hijas del carácter étnico, de preocupaciones ancestrales, de condiciones climatéricas” 82. Factores que según él nos identifica a cada uno de nosotros como producto de este medio que es Venezuela.
Su percepción del problema como puede apreciarse, siguiendo los elementos básicos utilizados por el Positivismo, le llevó a desarrollar una práctica del criollismo que determinó su concepción de la cultura venezolana, expresada de la siguiente manera: “lo importante y trascendental es tener cultura propia trabajada con elementos del patrio suelo; una cultura única e inconfundible que difiera en psicología y genialidad de las de los otros países; una cultura que refleje el alma nacional y exhiba ante los extraños nuestros gustos y aficciones peculiares; nuestra peculiaridad e idiosincrasia; nuestras tradiciones y costumbres; una cultura que tenga, en fin, olor y sabor a Venezuela” 83
Cultura que para Tulio Febres Cordero no debía quedarse en los límites de la nacionalidad, sino que requería de los elementos exógenos más positivos, sin que ellos llegaran a transformar los nuestros, a fin de que Venezuela pudiera mostrar hacia fuera la riqueza de esa cultura “permanente y trascendental basada en la historia, en la psicología, en los rasgos de carácter y en las costumbres y tradiciones.84 formando todo eso “la honda y sagrada raigambre de la nacionalidad” 85.
De este modo podemos apreciar como Febres Cordero basa la cultura en la historia, la cual está llena de innumerables ejemplos de glorias, que son tesoros inmensos, no para conservarlos sino para exhibirlos ante el mundo.
G.- El Periódico Como Medio de Difusión Histórica.
Tulio Febres Cordero en su extensa producción literaria da muestras de gran erudición, pues abarca el estudio de gran parte del saber humano. En este quehacer recurre al periodismo como medio de transmitir sus conocimientos no solo de lo cotidiano de su ciudad sino también para informar desde las breves columnas de sus periódicos toda una gama de hechos pasados de distinta naturaleza con la finalidad de contribuir a formar una conciencia histórica-cultural, particularmente en los merideños.
La importancia que atribuye al periodismo como vehículo de información, en lo que a la historia respecta puede apreciarse en su deseo de brindar “de tarde en tarde retacitos de historia y párrafos sobre diferentes conocimientos útiles en forma breve y sintética casi siempre”86, breves como se puede apreciar, en los distintos artículos que escribió o reprodujo de otras fuentes, y según él dispuestas a aceptar cualquier crítica dirigida a aumentar la información o corregirla.
Todos los periódicos que editó, y aquellos en los cuales contribuyó con sus artículos, serán medios de comunicación de interés para todos por su contenido cultural abarcando mayormente temas de la historia de Venezuela y algunos de la historia de otros países. Tal es el caso de su más difundido periódico El Lápiz, que estaba impregnado de ese toque característico de lo producido por Febres Cordero, y fue expresión de un empeño por la difusión de la historia a través del periodismo.
El autor comprendió la utilidad de este medio de difusión de ideas y lo aplicó al campo de la historia pues a su entender “el periódico es y será siempre un libro abierto a los ojos del mundo” 87 y de allí que comprendiera su valor como fuente para el estudio de la historia al expresar que es el periódico “un manantial de enseñanza derramado sobre la haz de la tierra” 88 satisfaciendo “la curiosidad general” 89 y por su importancia como tal le llevan a escribir que “es depósito sagrado en que queda la memoria de los hechos, material que ha de servir en kalendas más remotas para levantar el sólido monumento de la historia”90. De esta manera se puede apreciar la utilidad, el valor y el objeto del periódico, al cual se refiere Tulio Febres Cordero de esta manera “romper un periódico equivale a privarnos en lo sucesivo de una cosa útil y cuidado que la pérdida es irreparable” 91.
Los periódicos editados por el autor y los cuales tuvieron más difusión fueron: El Lápiz (1885) El Centavo (1900) y El Billete (1902). En cada uno de ellos aparecen artículos referentes a historia local, regional, nacional y de otros países, hacemos notar que el más completo, y dedicado al tema de la historia fue El Lápiz, el cual en toda su duración fue vehículo de difusión de ideas, noticias históricas, repertorio bibliográfico y artículos de las más variada índole cultural.
H.- Consideraciones Sobre la Concepción Historiográfica de Tulio Febres Cordero.
En lo referente a la historiografía podemos apreciar que el autor trató de exponer los hechos por él investigados de una manera clara y sencilla, pero esto no es suficiente, el historiador debe tratar de describir los hechos de una manera en que lo sencillo no esté reñido con la fiel exposición de los mismos, y que es producto de un examen crítico y profundo de los hechos y sus causas, dando a conocer lo básico del proceso histórico estudiado.
Estamos de acuerdo con Febres Cordero en lo que se refiere al estudio de la historia y nos permitimos añadir que es necesario su estudio para así comprender mejor al hombre y su devenir. Todo esto en función de fijarnos una perspectiva ante el mundo, pues por medio de la Historia obtendremos una global apreciación de lo que somos y hacia donde vamos.92
Con respecto a la opinión del autor en referencia a cómo debería ser el historiador, fijamos nuestra posición al reafirmar que el individuo que se dedique al estudio de la Historia debe hacerlo por vocación y estar consciente de la función que va a desempeñar con respecto al mundo. También debemos expresar que gracias a un buen estudio de técnicas y una metodología adecuada que le sirvan de instrumento para emprender su tarea logrará obtener buenos resultados en su campo de estudio: el devenir humano.
En lo tocante a la objetividad encontramos una correspondencia con la concepción positivista. Al igual diremos que el historiador no puede ser del todo objetivo, siempre le impulsará alguna motivación, pero está en cada cual tratar de dirigir su investigación de la forma más imparcial posible, pero no impidiéndole esto tener una visión seria del objeto de estudio.93.
De la historiografía Venezolana hace Febres Cordero una crítica a la forma, en que se dirigieron los estudios históricos en Venezuela hasta ese momento, y estamos de acuerdo con él pues hasta entonces todo el enfoque de la misma se dirigía a exaltar héroes, enumerar batallas y referir acciones políticas.
Debemos reconocer el aporte en datos que nos ofrece Febres Cordero, y los cuales juzgó necesarios para incorporar la historia del Occidente del país, al acontecer historiográfico del resto de Venezuela. Inquietud ésta que siempre estuvo presente en él, y de allí su extensa producción sobre esta área del conocimiento histórico venezolano.
En cuanto a las fuentes por él utilizadas es de destacar su gran inquietud por documentarse y aumentar los testimonios para enriquecer el conocimiento de la realidad histórica estudiada.
Universidad de Oriente
La Concepción Historiográfica de Tulio Febres Cordero.
Ahondando en la obra de Tulio Febres Cordero, se aprecian referencias a lo que el acontecer historiográfico se refiere, tanto a la forma de escribir la historia, a la importancia de su estudio, al historiador, apreciaciones sobre la historiografía venezolana y las fuentes empleadas por el autor.
A.-Cómo se Escribe la Historia.
Para Febres Cordero la labor del historiador está circunscrita a exponer de manera objetiva, sin dogmatismo los hechos por él investigador a la vez que debe prescindir de “.esas galas con que los buenos ingenios saben hermosearla.”43. En oposición a ello el autor optó en su producción escrita un estilo tendiente “.a expresar las ideas con lacónica sencillez, sin divagaciones ni encumbramientos fantásticos sobre todo en. . . trabajos históricos. 44.
B.- La Importancia del Estudio de la Historia para Tulio Febres Cordero.
Puede afirmarse que en toda la obra de Tulio Febres Cordero referente al tema histórico existe una exaltación al estudio y la enseñanza de la historia pues “. la instrucción logra cultivar buenos frutos en predio de la psicología popular”45 expresando en esta referencia a la instrucción el amplio valor que ella posee, para el logro de formar esas conciencia colectiva, y de esta forma a la vez se aprecia el lugar que esta ocupa en la historia, ya que es “ muy importante. nutrir la mente del niño de conocimientos que lo instruyan y den lustre a su espíritu. 46 y así de esta forma “.enseñarle la historia”47.
De allí que debe tomar de esta según Febres Cordero lo que sea necesario y útil, y no tomar lo que “. Tiene de cuento, o nociones puramente elementales”48 Mas adelante expresa el autor, que siendo ya jóvenes estén”. Conscientes y puedan comprender y meditar lo que estudian. . .”49 para que así puedan formarse“ideas del progreso de la humanidad a través de los siglos, del espíritu que ha dominado en cada época y de los caracteres peculiares cada raza en orden a instituciones sociales y adelantamientos en artes y ciencias”.50, dejando así expresado su pensamiento con respecto al estudio de la historia, pues ella es “pregonera de la verdad”.
C.- El Historiador.
a) El quehacer historiográfico.
Para Tulio Febres Cordero la formación del historiador comienza desde temprano, con el desarrollo intelectual del individuo; ejemplo de ello es su propia formación e interés por la historia, descrito por él de la siguiente manera:
Flores, ensueños y esperanzas esas es la juventud. Así también fue la mía, pero con una rara y genial añadidura: tanto me deleitaba el perfume de las flores, como el olor de las cosas rancias. A los veinte años en pleno hervor de las bellas ilusiones, apartaba muchas veces, los ojos de las cosas más placidas y hermosas, para fijarlos en un sillón viejo, como en un cacharro indígena o en algún pergamino apolillado y polvoriento; y antes que aprender el galante idioma de Víctor Hugo, me aplicaba con todo empeño en recoger la lengua de los aborígenes, deseoso de conocer su fonética y penetrar en su especial estructura (p.51).
Esa inquietud la convirtió en un oficio que él consideraba de aficionado, pero, su interés e inclinación natural, contribuyó a darle valor a nuestra historia – particularmente la del occidente del país- aportando desde su perspectiva, con una producción histórica para la nación. Esa inclinación a todo lo que fuera “prenda” del pasado, esta búsqueda de huellas es lo que más adelante formará su incesante preocupación por el quehacer histórico.
Apreciando Febres Cordero de esta manera el valor que poseían esas joyas de ese pasado, su interés por que se continuara su obra queda expresada en este párrafo cuando señala: “aun hay ignoradas cuantiosas riquezas en el arca insondable de la antigüedad”. 52 y la tarea que debe cumplir el historiador, cuyo trabajo apreciaba, implicaba“, idas y venidas, buscas y rebuscas que a veces exige el trabajo de disipar sombras en torno a un punto histórico” 53.
b) La labor del historiador.
Tulio Febres Cordero siempre tuvo presente la importancia de la historia para todos los pueblos, y, por lo tanto, la del individuo que la estudia. Para comprender la importancia que para el autor tenía esta labor, citemos nuevamente una de sus ideas más acordes al respecto“servir a la historia de un país, es servir a sus intereses más sagrados por que en la historia esta la principal riqueza de las naciones” 54. De allí que la contribución del historiador a lo largo de su labor es la de trazar esos cuadros que conforman la historia, y es por medio de su labor que se va a lograr”. Trazar esos cuadros por escrito, hay que describirlos en el conjunto y los detalles para formarse una idea de la vida y costumbres de un lugar en determinado tiempo. 55 pues solo existe. Una historia íntima, real y verdadera. 56.
c) La objetividad del historiador.
La objetividad es algo que debe estar presente en toda obra seria, y el historiador por lo tanto tiene que practicarla, y para Tulio Febres Cordero es deber de quién se dedique a la historia, despojarse de todo apasionamiento que nuble su sentido común, pues, ésta, según él, es una labor dispuesta a transmitirnos de manera fiel el hecho histórico tal como sucedió, debe ser. “Ajena a entusiasmos y momentáneas conveniencias”. 57.
Señalando igualmente que “los trabajos de historia no exigen vuelo fantástico ni feliz inventiva sino serena y minuciosa investigación sobre los hechos y sus causas”. 58. El interés que mueve al historiador es exponer lo Verdadero fundándose en las fuentes, pues, como el autor dice, no es hacer “gloriosas efemérides.59 sino de apuntar todo “de manera fidedigna” 60.
Su preocupación es la verdad, y es lo que confiere el valor a toda investigación histórica “ya que por el camino de la historia hay que ir siempre con la antorcha de la verdad en la mano”, 61 entendiéndose en esto la responsabilidad del historiador en su forma de ser, ente objetivo para con la historia.
D.- Apreciaciones Sobre la Historiografía Venezolana.
A medida que fuimos consultando la obra historiográfica de Tulio Febres Cordero, se pudo apreciar que una de sus mayores inquietudes era hacer resaltar la historia del occidente del país, con el propósito de hacer incorporar la misma en el contexto general de la historia de Venezuela. También quedó de manifiesto la crítica de cómo se había escrito esa, pues en ella siempre dominaba lo político y lo militar, dejándose de lado otros aspectos importantísimos y sin considerar el acontecer regional y local.
En relación a la temática llegó a señalar que “el vivo interés que despiertan los sucesos políticos y militares, hace que muchos historiadores, por referirse a ellos, de preferencia dejen en el tintero lo que atañe a las costumbres, tradiciones, artes, industrias y medios de vida de cada lugar, cosas que son de tanta importancia para fijar la fisonomía histórica de un pueblo como el relato de los movimientos políticos y acciones de guerra” 62.
En su inquietud por impulsar una nueva forma de escribir la historia y con su idea de que la historia del Occidente fuese reescrita para el resto del país, se dedicó a recolectar documentos, tradiciones orales, objetos indígenas, y toda clase de libros. Ello porque consideraba que hasta ese momento en la historia patria no figuraba mucho sobre el Occidente. Así, apreciaba que “en las historias de Venezuela, hasta el presente publicadas, sin exceptuar la de Baralt, casi no figuran en la parte antigua los pueblos que formaron el Gobierno y Capitanía General de Mérida y el Espíritu Santo de la Grita” 63. Agregando que estos estados “como no tuvieron cronista o historiador propio que diese a conocer sus orígenes, muy pocas son las noticias que sobre ellos se conocen” 64; como también en virtud del hecho de “que por no haber formado parte de la Gobernación de Venezuela estos estados allí reside la razón en que no figuren en la Historia de Oviedo y Baños, la cual se refiere a la Gobernación de Venezuela” 65.
Esto le impulsó a investigar y acopiar gran cantidad de noticias acerca de la ciudad de Mérida, de la región andina y zonas aledañas cuya máxima expresión, quedó plasmada en sus obras, Clave Histórica de Mérida y Décadas de la Historia de Mérida y en múltiples artículos en los que resaltaba una diversidad de aspectos de aquellos espacios históricos. Su obra Décadas de la Historia de Mérida, en la que intentó resaltar la historia emeritense y sus relaciones con el resto del Occidente del país, como igualmente con respecto a los indígenas de los Andes Venezolanos observaba que los estudios sobre ellos no estaban bien desarrollados, tanto en lo concerniente a la forma de vida, como a la de su lengua, al señalar que siendo “pueblos de relativa cultura, en paralelo con los otros de Venezuela para el tiempo de la conquista, muy tarde vinieron a ser objeto de estudios especiales” 66 y lamentando, a la vez, “ver como ha desaparecido casi del todo un idioma que pudo haberse conocido en beneficio de la lingüística e historia precolombina de Venezuela” 67.
En relación a la época colonial, aporta Tulio Febres Cordero gran cantidad de documentos, como también comentarios referentes a los hechos narrados por los cronistas que utiliza como fuente. En lo que se refiere a la forma en que estos emprendieron el estudio de nuestra historia, Febres Cordero señala que se nota una constante “en la opinión de los primeros cronistas de América a este respecto cierta preponderancia al criterio religioso sobre el científico, a que no podían sustraerse ni los ingenios superiores, puesto que era el espíritu del tiempo; y por ello no es extraño ni mucho menos censurable que se pretendiese dilucidar entonces .aquello que ha menester además un paciente y minucioso trabajo en el campo de los hechos” 68. Por ejemplo, cita a Fray Pedro Simón cuando éste, parafraseaba el texto “de aquella profecía del patriarca Jacob sobre la tribu de Isacar de donde toma pié este historiador para presentar a los indios de América como descendientes de tal tribu israelita” 69. Al igual expresa Tulio Febres Cordero a los primeros cronistas españoles en la forma en que se referían a los indios, a excepción del padre Las Casas, en donde “el pobre indio sale siempre mal parado en los relatos” 70.
De la guerra de independencia hace un claro bosquejo donde explica la forma como se había escrito su historia refiriendo los intereses que privaban en cada uno de los bandos para justificar la contienda: “el arrojo y denuedo en el combate era heroísmo en el Republicano y ferocidad en el Realista. El fusilamiento de los prisioneros se consideraba en el patriota como el cumplimiento del tremendo deber en vista del Decreto de Guerra a Muerte, mientras que en el realista se calificaba siempre como un acto de injustificable barbarie estábamos de quién a quién. El mismísimo sistema empleaban los primeros escritores y cronistas realistas en cada patriota veían un maldito, un salteador de caminos” 71 y al respecto añade “por gran dicha los tiempos ya son otros. La exaltación natural de los ánimos del pasado, ya puede el crítico, el biógrafo o escritor señalar lunares que deslucen la faz radiante de nuestros héroes, con la misma pluma con que ensalzaban sus preclaras virtudes” 72. De allí que expresaba su anhelo por que definitivamente se revisara la guerra de independencia lejos de todo apasionamiento y con una percepción “ajena de entusiasmos y momentáneas conveniencias” 73.
En lo que respecta a la época republicana, cuyos primeros historiadores escribieron su historia haciendo resaltar lo “militar”, hace mención de los estudios que hasta ese momento se venían realizando, considerando que “es ahora ciertamente cuando empieza la obra verdadera critica histórica sobre los sucesos de la independencia y la primera época de la nacionalidad venezolana” 74.
Y sobre la revisión de esa historia que hacen los nuevos historiadores dice “de aquí esa afición noble que se observa hoy en mucha parte de la juventud seria y literaria del país a penetrar en los arcanos del pasado, desde los tiempos precolombinos hasta las épocas más recientes” 75.
Entre esos historiadores contemporáneos Tulio Febres Cordero cita a Arístides Rojas, considerado por él como “sabio historiógrafo” 76, igualmente emite juicio sobre Gil Fortoul al reconocer que “ha venido figurando a la cabeza de esta activa falange de investigador” 77. En relación a Eloy G. González, señala que realizaba trabajos sobre los tiempos de la Independencia y la Gran Colombia”.con brillante peregrinación crítica” 78. También señala a Tavera Acosta nombrándole el “copioso e inteligente historiador”.
Podemos decir por tanto que Tulio Febres Cordero, con cierta agudeza y visión analizó la historiografía Venezolana que le antecedió y de su época, haciendo observaciones, rectificando errores y sugiriendo cambios, pues como él apreciaba. “la historia debe ser la mensajera de la verdad, y nadie que sea poseedor de estos datos concernientes a los sucesos pasados, esté eximido del deber de contribuir a depurarla de errores que, ora por pasiones de partidos, ora por que se dé fé a tradiciones equivocadas, se cometen con frecuencia en la narración de los hechos” 79.
E.- Fuentes Empleadas o Citadas por Tulio Febres Cordero.
Como el mismo autor manifiesta, desde su más temprana adolescencia sintió el deseo de investigar cosas pasadas, no con el afán de coleccionar y acumular objetos, sino por transmitirlos, para que a su vez fuesen de utilidad para las futuras generaciones. Su pasión por los archivos, los periódicos viejos, los “cacharros” precolombinos, los relatos orales, y todo cuanto fuera testimonio del pasado, constituyen las fuentes para formar su obra histórica. Pero también supo aprovechar el trabajo historiográfico de cronistas y otros historiadores.
Febres Cordero confirió gran relevancia a los relatos suministrados por los cronistas de Indias “ora ensanchado el relato de estos, ora ratificándolos en vista de documentos que no tuvieron razón para conocer, por hacer dormido sueño de centurias en los archivos” 80; siendo los cronistas de mayor cita: Oviedo y Baños, Fray Pedro Simón, José Gumilla y Fray Pedro de Aguado.
Entre los historiadores contemporáneos de su consulta cita a: Rafael María Baralt, Felipe Larrazábal, en materia de geografía cita a Agustín Codazzi, también nombra a Manuel Landaeta Rosales, Arístides Rojas, Lisandro Alvarado, Luis Alberto Sucre, Laureano Vallenilla Lanz, Telasco Mc. Pherson y José Gil Fortoul, haciendo mención igualmente de los trabajos de José Ignacio Láres. De los historiadores extranjeros refiere a Luis Moreri, Alejandro de Humboldt y Ernesto Restrepo.
F.- Criterios que Orientan su Labor Historiográfica.
Uno de los aspectos que nos llama la atención en la historiografía de Tulio Febres Cordero es su preocupación por el rescate de las cosas que nos son propias. Este criollismo, como el mismo lo define, es parte fundamental de su conciencia histórico cultural, al considerarlo como “orientación permanente, por ser esto lo más ventajoso y lo más conforme con la razón y el patriotismo” 81. De allí que este criterio guió su producción escrita, y ello en razón de considerar que nuestra cultura era el resultado de costumbres “modalidades consagradas por el tiempo, hijas del carácter étnico, de preocupaciones ancestrales, de condiciones climatéricas” 82. Factores que según él nos identifica a cada uno de nosotros como producto de este medio que es Venezuela.
Su percepción del problema como puede apreciarse, siguiendo los elementos básicos utilizados por el Positivismo, le llevó a desarrollar una práctica del criollismo que determinó su concepción de la cultura venezolana, expresada de la siguiente manera: “lo importante y trascendental es tener cultura propia trabajada con elementos del patrio suelo; una cultura única e inconfundible que difiera en psicología y genialidad de las de los otros países; una cultura que refleje el alma nacional y exhiba ante los extraños nuestros gustos y aficciones peculiares; nuestra peculiaridad e idiosincrasia; nuestras tradiciones y costumbres; una cultura que tenga, en fin, olor y sabor a Venezuela” 83
Cultura que para Tulio Febres Cordero no debía quedarse en los límites de la nacionalidad, sino que requería de los elementos exógenos más positivos, sin que ellos llegaran a transformar los nuestros, a fin de que Venezuela pudiera mostrar hacia fuera la riqueza de esa cultura “permanente y trascendental basada en la historia, en la psicología, en los rasgos de carácter y en las costumbres y tradiciones.84 formando todo eso “la honda y sagrada raigambre de la nacionalidad” 85.
De este modo podemos apreciar como Febres Cordero basa la cultura en la historia, la cual está llena de innumerables ejemplos de glorias, que son tesoros inmensos, no para conservarlos sino para exhibirlos ante el mundo.
G.- El Periódico Como Medio de Difusión Histórica.
Tulio Febres Cordero en su extensa producción literaria da muestras de gran erudición, pues abarca el estudio de gran parte del saber humano. En este quehacer recurre al periodismo como medio de transmitir sus conocimientos no solo de lo cotidiano de su ciudad sino también para informar desde las breves columnas de sus periódicos toda una gama de hechos pasados de distinta naturaleza con la finalidad de contribuir a formar una conciencia histórica-cultural, particularmente en los merideños.
La importancia que atribuye al periodismo como vehículo de información, en lo que a la historia respecta puede apreciarse en su deseo de brindar “de tarde en tarde retacitos de historia y párrafos sobre diferentes conocimientos útiles en forma breve y sintética casi siempre”86, breves como se puede apreciar, en los distintos artículos que escribió o reprodujo de otras fuentes, y según él dispuestas a aceptar cualquier crítica dirigida a aumentar la información o corregirla.
Todos los periódicos que editó, y aquellos en los cuales contribuyó con sus artículos, serán medios de comunicación de interés para todos por su contenido cultural abarcando mayormente temas de la historia de Venezuela y algunos de la historia de otros países. Tal es el caso de su más difundido periódico El Lápiz, que estaba impregnado de ese toque característico de lo producido por Febres Cordero, y fue expresión de un empeño por la difusión de la historia a través del periodismo.
El autor comprendió la utilidad de este medio de difusión de ideas y lo aplicó al campo de la historia pues a su entender “el periódico es y será siempre un libro abierto a los ojos del mundo” 87 y de allí que comprendiera su valor como fuente para el estudio de la historia al expresar que es el periódico “un manantial de enseñanza derramado sobre la haz de la tierra” 88 satisfaciendo “la curiosidad general” 89 y por su importancia como tal le llevan a escribir que “es depósito sagrado en que queda la memoria de los hechos, material que ha de servir en kalendas más remotas para levantar el sólido monumento de la historia”90. De esta manera se puede apreciar la utilidad, el valor y el objeto del periódico, al cual se refiere Tulio Febres Cordero de esta manera “romper un periódico equivale a privarnos en lo sucesivo de una cosa útil y cuidado que la pérdida es irreparable” 91.
Los periódicos editados por el autor y los cuales tuvieron más difusión fueron: El Lápiz (1885) El Centavo (1900) y El Billete (1902). En cada uno de ellos aparecen artículos referentes a historia local, regional, nacional y de otros países, hacemos notar que el más completo, y dedicado al tema de la historia fue El Lápiz, el cual en toda su duración fue vehículo de difusión de ideas, noticias históricas, repertorio bibliográfico y artículos de las más variada índole cultural.
H.- Consideraciones Sobre la Concepción Historiográfica de Tulio Febres Cordero.
En lo referente a la historiografía podemos apreciar que el autor trató de exponer los hechos por él investigados de una manera clara y sencilla, pero esto no es suficiente, el historiador debe tratar de describir los hechos de una manera en que lo sencillo no esté reñido con la fiel exposición de los mismos, y que es producto de un examen crítico y profundo de los hechos y sus causas, dando a conocer lo básico del proceso histórico estudiado.
Estamos de acuerdo con Febres Cordero en lo que se refiere al estudio de la historia y nos permitimos añadir que es necesario su estudio para así comprender mejor al hombre y su devenir. Todo esto en función de fijarnos una perspectiva ante el mundo, pues por medio de la Historia obtendremos una global apreciación de lo que somos y hacia donde vamos.92
Con respecto a la opinión del autor en referencia a cómo debería ser el historiador, fijamos nuestra posición al reafirmar que el individuo que se dedique al estudio de la Historia debe hacerlo por vocación y estar consciente de la función que va a desempeñar con respecto al mundo. También debemos expresar que gracias a un buen estudio de técnicas y una metodología adecuada que le sirvan de instrumento para emprender su tarea logrará obtener buenos resultados en su campo de estudio: el devenir humano.
En lo tocante a la objetividad encontramos una correspondencia con la concepción positivista. Al igual diremos que el historiador no puede ser del todo objetivo, siempre le impulsará alguna motivación, pero está en cada cual tratar de dirigir su investigación de la forma más imparcial posible, pero no impidiéndole esto tener una visión seria del objeto de estudio.93.
De la historiografía Venezolana hace Febres Cordero una crítica a la forma, en que se dirigieron los estudios históricos en Venezuela hasta ese momento, y estamos de acuerdo con él pues hasta entonces todo el enfoque de la misma se dirigía a exaltar héroes, enumerar batallas y referir acciones políticas.
Debemos reconocer el aporte en datos que nos ofrece Febres Cordero, y los cuales juzgó necesarios para incorporar la historia del Occidente del país, al acontecer historiográfico del resto de Venezuela. Inquietud ésta que siempre estuvo presente en él, y de allí su extensa producción sobre esta área del conocimiento histórico venezolano.
En cuanto a las fuentes por él utilizadas es de destacar su gran inquietud por documentarse y aumentar los testimonios para enriquecer el conocimiento de la realidad histórica estudiada.
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